Haciendo planes

Hoy es sábado, son las 9 de la tarde y espero una visita. Llueve, puedo verlo desde la ventana de mi salón de mi mansión en Little Italy. La sala esta poco iluminada, es amplia y con cuadros de la familia en las paredes, hay muchos sillones y uno especialmente grande en el que estoy sentado. No hay nadie mas conmigo, pues a quien espero me gusta hablarle en privado.

Espero a un miembro de la familia Blanc, una de las principales familias de la ciudad. Generalmente hago tratos con los Rigoletto pero ultimamente parecen mas recesivos, y los Blanc querían tratar conmigo ahora que yo dirijo a los Domeniconi en la ciudad. Los mas importantes de los Blanc son Jean Antoine y Victorie, eran los principales líderes, pero también estaban sus hijos, Noah Lynette y Adrien; no conozco a ninguno de ellos en persona, pero he oido hablar de ellos muchas veces, probablemente venga el propio Jean Antoine en persona, sería lo propio, aunque quizá envíe a uno de sus hijos a hablar conmigo. Cuando mi padre dirigía me solía enviar a parlamentar con otras familias, eran tareas menos peligrosas y te daban experiencia. En cualquiera de los casos venían con una oferta, y de momento solo iba a escuchar.

Me encuentro en el sillón y empiezo a impacientarme, pues se estan retrasando. Me quito la chaqueta debido a la buena temperatura de la sala y me quedo en camisa y los tirantes. Lentamente saco un puro y comienzo a fumar al tiempo que me doy un golpe en el sombrero poniendolo ligeramente inclinado. Rápidamente la estancia se llena de una capa de humo.

Un encargo importante es el que me lleva a venir a esta mansión , tomo el coche y simplmente dejo que el chofer me lleve con toda la discrepción posible, pasamos todo lo que era el centro de la ciudad, la zona residencial donde habitabamos, y bajamos hasta los suburbios de la ciudad, ya los he visitado un par de veces, no me importa ir de nuevo, es parte de lo que soy y eso es algo que es imposible de olvidar, no es demasiado tarde, pues no conviene ir a esos lugares de madrugada, aunque me se valer yo solita sin importarme los demás cuando llegamos me abren la puerta y bajo, levo gafas aunque no hace sol, el motivo debo evitar ser reconocida, me abren la puerta y paso con tranquilidad por el breve jardin que hay al comienzo de la elaborada vivienda.

Dejo que tomen mi chaqueta y mis gafas aquí dentro no es necesario ocultarme, mis cabellos negros sueltos ondulan según ando hacia el despacho donde me dirigo, en mi mente el secreto que hace que esté aquí el plan que debo plantear, y las normas, en un maletín de tono oscuro dinero.
Me abren la puerta, observo al caballero que tengo delante de mí , de forma serena, estoy tranquila, el vestido verde esmeralda, color de la familia se arrastra un poco por el suelo, el ambiente de la estancia es muy facil de describir, cargado, demasiado para mi gusto incluso siendo fumadora a ratos perdidos llegó hasta una silla delante de la mesa y me siento, cruzando una pierna por encima de otra junto mis labios pintados de rojo carmin el uno con el otro antes de decir nada, simplemente espero, es el procedimiento habitual.

Cuando estaba empezando a molestarme realmente por la eterna espera sonó el timbre y eso me tranquilizó, esperé pacientemente a que mi visitante entrara en la sala mientras posaba mis dedos sobre los lados de un vaso pequeño de whisky que acababa de vaciar.

En la estancia entra una mujer, se sabe antes de verla, pese al ambiente cargado se puede oler un sutil perfume muy distante de lo acostumbrado en mi ambiente. Es una mujer demasiado joven para ser Victorie por lo que debía ser Noah Lynette. Su cabello era muy hermoso, y presentaba facciones refinadas; pese a su belleza no muestro mayor interés que por la oferta que me trae, no me gusta juntar trabajo y placer.

Se sienta y cruza las piernas, esperando, parece que conoce las normas de cortesía, aún así, percibo cierta soberbia, desde luego se nota que proviene de una clase alta.

-Bienvenida de mi hogar, señorita Blanc; si no me equivoco. Creo que teneis una oferta para mi. De modo que presto, decidme por que habeis venido.- Digo con soltura al tiempo que me saco el puro de la boca y sonrío.

espero unos segundos con tranquilidad mientras apoyo un codo en el brazo de la butaca en la que me hallo sentada, la mano desciende hasta mi barbilla que reposa en esta con tranquilidad, esucho sus palabras con atención y despues majo la mano la cual queda reposando en mi rodilla mientras que le miro, perfecto acabariamos rapido no me gustaba andar con rodeos era una pesaded y además inutil.

- Vengo como encargo de mi padre, - comencé a decir mientras le miraba, en realidad, no me importaba demasiado el encargo que iba a hacer ami no me beneficiaba, pero si mi padre me mandaba hacer algo mejor no hacerle esperar y mucho menos enfadarle.
- Quiere plantearle un pequeño susto a Emil Van Hold - continué diciendo con mi marcado acento francés el cual sigue vigente en mi voz despues de todo el tiempo. Concluí con una sonrisa final, nunca suelo sonreir falsamente simplemente trato de tener la mayor amabilidad posible con todo el mundo y más si se consideran aliados.
El tono de mi voz como de costumbre neutro pero cortés, en realidad me hubiera gustado seguir con mis cosas en casa tranquilamente, me dentengo a mirarle con mis ojos verdosos herencia de la familia, y espero la respuesta, aún me pregunto porque no pudo enviar a mi madre la cual ahora mismo estaba en mi casa, y tubo que enviarme amí, no sabia si sospechar sobre esto, simplemente medité.

Vaya, vaya, asi que los Van Hold, luchas de poder, las conozco bastante bien. No conozco directamente a los Van Hold pero seguramente tio Benetto sabría mucho de ellos. No era raro que las altas clases pelearan entre ellas y usaran a intermediarios como yo en estas tareas. Pero algo si sabía de estos Van Hold, no se llevaban precisamente bien con los Stradivarius, otra familia poderosa, quizá pudiera usar eso.

Se nota mucho el claro acento francés de la joven, no he conocido muchos franceses, pero si he escuchado a suficientes corsos como para saber como suena un francés real. Sonríe, es raro que alguien sonría con tanta facilidad en una proposición tan clandestina, generalmente suele ser muy reacia y temerosa, esta joven parece diferente.

-Bien, veo que vienes en nombre de Jean Antoine Blanc. Hablemos pues, dadme mas detalles.- Rápidamente saqué un puro de una caja en el bolsillo de mi chaqueta y se lo ofrecí.- Antes de nada, ¿desea fumar o beber algo?-Digo cortesmente.

De nuevo, espero mientras me acomodo en el butacón, le oigo y asiento.
Espero a encontrar las palabras adecuadas para poder proseguir, exactamente mi padre solo me habia dicho un par de cosas.
Entonces decidí proseguir.
Aunque antes me ofreció , por si queria alguna cosa sonreí de nuevo y respondí.
- Si me ofrece un cigarrilo no le puedo decir que no - dije mirandole de nuevo,

cambié las piernas de lado pues ya me estaba cansando un poco de estar siempre en la misma postura.
- Ultimamente, están teniendo demasiada suerte en los negocios, pero eso se puede eclipsar rápidamente con trapos sucios - comencé a decir mientras me fijaba en el suelo, más concretamente en mis zapatos.

Levanté la vista de nuevo hacia él.
- Teniendo en cuenta que no se llevan muy bien con los Stradivarius, y ambos tienen un buen trato con el este, nos beneficiaria a ambos - continué mirandole, lo del este lo decia claramente por la mafia rusa, pues sabia de buena tinta que alguna vez la habian contratado, de nuevo brotó la sonrisa apacible en mi rostro sin ningún tipo de remordimiento, si se llevaba por delante algún stradivarius no me importaria en absoluto incluso me alegraría.

Parecía ser que la jovencita había llegado a una conclusión mas que obvia, no solo enturbiaré la imagen de los Van Hold, si no que además les crearé enemigos nuevos y entorpeceré así las relaciones de los rusos. Por que si consigo que los Stradivarius se vuelvan contra los Val Hold eso hará que los rusos tengan que elegir a un cliente de entre ambos y ocasionará conflictos entre estas dos familias, llegado este punto tanto como los Blanc como los Domeniconi tendríamos ventaja cada uno en su sector. Será difícil y arriesgado, pero puede ser realmente útil.

La joven irradiaba sensualidad, quizá la enseñaran a usar sus armas de mujer, son desde luego peligrosas, y no me extrañarían en una francesa.

De hecho otro vaso de whisky y me lo bebo de una tacada. La observo un momento, sus ojos verdes son enigmáticos.

-Bien, creo que se lo que quieres. Puedo hacer que la imagen pública de los Van Hold se vea seriamente afectada por importantes asuntos legales, y si todo sale como pienso, se pondrán en una seria enemistad con los Stradivarius y empeoraran sus relaciones con la mafia rusa. Esto es lo que puedo ofreceros.- Digo antes de dar una calada a mi puro.- En cuanto al pago, decidme., ¿que teneis para mi?- Digo con una gran sonrisa de satisfacción.

Veo como se bebe el vaso, de un solo trago, el porqué simplemente era desconocido para mí, tampoco decidí darle mayor importancia que esa, escucho su proposició, eso es justo lo que queriamos, enturbiarles la situación, nuevas enemistades y por lo consiguiente, hacer que el resto de las familias, sufrieran un ambiente de "consternación" en el que podíamos utilizar claro está para decirles que no estan preperados para asumir altos cargos en su delicada situación.

- Justo lo que queremos . respondí mientras volvia a sonreir con facilidad, despues obserrvé como daba otra calada a su puro y me preguntaba.
El pago era relativamente sencillo, más de una vez habian tratado con mafias, esto hacia que supiéramos que era lo que querian despues de un trabajo bien echo.
- En primer lugar, le proporcionaremos los gastos que pudiera tener el plan que tiene entre manos, - comencé a decir mientras me erguia un poco poniendo mi codo en la pierna mientras continuaba mirandole.
- Bueno y lo segundo... si el trabajo está perfectamente echo, tenga por seguro, que si quiere algo y está en la mano de mi familia lo tendrá - continué , despues volví a permanecer en silencio.

Parecía muy interesante lo que me ofrecía esta joven, tener una deuda con una gran familia solía ser muy beneficioso, eso suponía ayuda en momentos de necesidad, información confidencial, defensa contra redadas o incluso otros favores. En cuanto a los gastos, no creo que gastaramos mas que las propias balas y poco mas, siempre hemos sido muy ahorrativos.

La miro a los ojos, parece contenta con lo que le ofrezco, eso esta bien. Doy otra calada, esta mas lenta mientras que continuo mirandola fijamente, como escudriñando en su alma.

-Benne...Tenemos un acuerdo entonces. Los gastos seran nimios y se los haré saber en cuanto sepa. Tendrá el trabajo hecho en aproximadamente una semana, debido a que hay que tomar información y preparalo todo; nos gusta hacer bien el trabajo.- Digo con soltura.- Entonces... teneis mi palabra.- Digo ofreciendole tal que a una mujer, para depositar un beso en su mano, eran costumbres de cortesia italianas que creo que comparten los frencese.

noto como me velve a mirar pero de una manera más fija, en realidad no me supone incomodad alguna puesto que estoy acostumbrada a que la gente me mire, aunque eso no quita que en ocasiones no me gusta demasiado, le mantendo la mirada con serenidad mientras habla, y espero que conluya.

- Perfecto,- concluí cuando le escuché hablar una semana, me parecia un plazo bastante razonable, lo justo para no ser mi pronto pero no demasiado tardio.
le tiendo la mano con soltura.
- Teneis la mia tambien - respondo de nuevo con una sonrisa noto el beso en la mano, una costumbre tipica, tanto nuestra como suya, lo cual me recuerda a mi familiar y querida francia.

Cuando el acuerdo queda cerrado me levanto, dispóngome a marcharme.
- Nos mantendremos en contacto - murmuré mientras estiraba las piernas, no me gustaba mucho estar sentada.

El trato estaba hecho, no sabía ún cuanto valía la palabra de un Blanc pero si sabía muy bien lo que vale dar la palabra para una Domeniconi. Antes de que la joven abandonara la estancia ya pensaba en trazos para el plan, de forma muy general.

Curioso, parecía ser que no le gustaban demasiado los sillones de mi casa, en fin, no todos somos sicilianos. La observo como se levanta y estira las piernas. Bonitas piernas.

Estoy contento con las negociaciones de modo que me siento generoso. Hablo para responder conforme se levanta.

-Les mantendremos informados de los avances así como de cualquier contratiempo.- Digo dando una calada al puro y dejandolo en un gran cenicero sobre la mesa.

Observo, gustoso, como la joven se aleja de la estancia acercandose a la puerta de salida.

-Señorina.- Digo en voz alta, claramente para llamar su atención al tiempo que me saco un paquetito del tamaño de una almendra con un contino blanco en su interior. Se lo lanzo de forma bombeada para que lo coja.- Un obsequio de buen fe. Diviertase, es joven.- Digo con jovialidad, y acto seguido doy una calada mas a mi puro

escucho sus palabras y le me dirigo hacia la puerta tranquilamente pero antes de abrir llaman mi atenció me doy la vuelta.
en cuento lo hago como acto reflejo cojo el paquete aun sin saber que es, lo miro y despues le miro a el, enarco una ceja ¿ de verdad creia que me drogaba?, lo unico que habia tomado en mi vida habia sido tabaco y bebida, pero jamás habia tocado las drogas.

Sonreí de nuevo por no darle descortesia y tirarlo en el mismo suelo lo mantuve en la mano .
- Merci - respondo en mi idioma natal,aunque poco duraria aquello en mi mano lo más probable esque se lo diera al que pasara más pronto por la calle.

Le miro por una ultima vez mientras abro la puerta , y comeienzo a andar dandole la espalda, por donde he venido, vuelvo a tomar mis cosas y salgo de nuevo hacia la calle recorriendo en sentido contrario el mismo camino de antes monto en el coche y cuando estamos saliendo de los suburbios el paquetito cae por la ventana del coche.